Gilberto Ortiz, Aprendiz Mexicano de un Sastre de Hitler
Gilberto Ortiz Osorio es uno de los los tres mejores sastres del mundo, distinción que le brinda la casa de telas Scabal, situada en Londres y Bruselas, la cual comparte con el sastre británico Richard Anderson, quien ha vestido a la Reina Isabel II; y el sastre italiano Corneliani.
Los humildes inicios del mejor sastre mexicano.
Gilberto nace en San Andrés Lagunas, Oaxaca, comunidad indígena mixteca donde recuerda que su padre le hacía levantarse a las 4 de la mañana para iniciar labores en el campo, regresaba a las 7 AM a desayunar y partía a la escuela. Al regresar, él y sus 9 hermanos seguían con los cultivos.
En 1965, él y su familia llegaron a Ciudad de México huyendo de un conflicto político en Oaxaca: Los habitantes los querían linchar porque su padre ayudó a escapar al presidente municipal, a quien querían matar porque el gobierno les pagaría en seis meses la mano de obra de una construcción.
Al llegar a la capital del país, la familia Ortiz se separa, y Gilberto durmió debajo de puentes, sin comida y recorría la ciudad descalzo, porque en su pueblo no acostumbraban a usar calzado.
Al llegar al Centro Histórico, vagaba hambriento y mugroso afuera de las sastrerías, donde quedó impresionado por la elegancia del vestir de sus clientes, trajes de finas telas, sombreros y bastones, además de las grandes tijeras, escuadras, gredas y la cruz de los sastres.
La ilusión se rompía siempre que los dueños salían a correrlo de la entrada de sus sastrerías, hasta que un día se topó con Jorge Shoerer, un sastre alemán que le contrató para limpiar su taller con 20 empleados, a cambio de comida y un lugar para dormir.
Shoerer era uno de los sastres de Hitler y de los mejores de la Alemania nazi, quien tiempo después, adoptó a Gilberto como su aprendiz, relevándolo de sus tareas de limpieza. Le enseñó el oficio con disciplina militar: riguroso, duros castigos y estilo europeo.
Seis años después, el mentor sabía que su aprendiz ya había aprendido todo lo que podía enseñarle, por lo que decide que Gilberto debe partir de su taller. Es así como inicia a trabajar con sastres españoles, que a pesar de ser los amos del oficio en México, explotaban a sus trabajadores.
Entonces, Gilberto conoció a quien fuera uno de los pilares de la sastrería en México, Calanchini, un joven empresario italiano que le abrió los ojos a los sastres mexicanos en cuanto a sus ganancias, y con quien Ortiz aprendió a cobrar correctamente su trabajo.
El inicio de su camino a la grandeza.
A los 19 años, Gilberto ya era maestro sastre. Sus habilidades y honestidad llegaron a oídos del español Alberto Poo Collado, quien le dio acceso a clientes de clase alta que se volverían sus asiduos compradores. La primer celebridad que atendió fue María Félix.
Cabe mencionar que ningún mexicano había vestido a María Félix, solo le visitaban sastres y diseñadores franceses, siendo Christian Dior uno de sus preferidos.
Luego de 20 años de trabajar en varias boutiques, en 1990, Gilberto abre su primer taller en San Ángel. Siete años después, se cambia a la calle Londres hasta que el dueño muere, y el predio entra en conflicto con cuatro dueños, lo que le obliga a atender a sus clientes desde casa.
Entre sus compradores figuran Rodolfo de Anda, David Reynoso, Juan Torres, Cuco Sánchez, Juan Gabriel, Joaquín López Dóriga, Enrique Álvarez Félix, Francisco Trillas, Don Francisco Porrúa, Freddy Farca, Pedro Ferris Santa Cruz, Antonio Vejos, Pablo Carrillo, además de otros políticos y un ex-presidente de México.
Culminación de su carrera.
En 2012, John Peter Thiessen dueño de la casa de telas Scabal, nombra a Gilberto Ortiz como uno de los tres mejores sastres del mundo, por encima de 52 participantes de todo el mundo, y quien le invita a Londres a recibir su reconocimiento.
Así llegó a la calle Savile Row, un lugar donde está lo mejor de lo mejor en sastrería a nivel mundial desde hace 200 años, y donde también se encuentra el taller de Richard Anderson, el sastre de la reina, a quien conoció en persona e intercambiaron ideas.
Sastrería Gilberto Ortiz e Hijos.
Hoy en día, Gilberto dirige su negocio junto a sus hijos, a quienes también les ha enseñado el arte de la sastrería. El maestro afirma que los jóvenes deberían interesarse más por el oficio porque en él encontrarán mucho trabajo y buenas ganancias.
Pronto regresará a Italia para iniciar ahí su conquista del mercado mundial. Actualmente se encuentra trabajando con su familia para abrir sucursales en Perú, Argentina y más boutiques en México.