Bailarín Mexicano es el Primer Extranjero en Ingresar al Ballet de Tokio

Por primera vez en la historia, la compañía del Ballet de Tokio abre sus puertas a un extranjero rompiendo con una tradición que se mantuvo por 50 años donde solo admitían integrantes japoneses.

El bailarín mexicano, Braulio Álvarez de la Parra, envió su solicitud de ingreso, y no esperaba quedar al primer intento. Ha sido gracias a su experiencia en el Ballet de Hamburgo que logró ser parte del staff de Tokio, ocupando el puesto de segundo solista.

Fue Yukari Saito, directora artística del Ballet de Tokio, quien aceptó ver una de sus presentaciones con el ballet de Hamburgo en las funciones que estaban ofreciendo en la capital japonesa.

A Saito le agradó que Braulio ya dominaba el idioma japonés, además de sus ocho años de experiencia con la compañía de Hamburgo, su altura y que su aspecto físico se mezclaría bien con los demás bailarines japoneses. La decisión de aceptar a Braulio fue tomada junto con los demás directores en Japón.

¿Cómo llega Braulio Álvarez a ser parte del Ballet de Tokio?

Originario de la Ciudad de México, Braulio conoció esta disciplina a través de su madre, Irasema de la Parra, maestra de ballet que ha trabajado por la profesionalización de los maestros de danza en México desde los años 90.

Irasema cuenta que su hijo fue muy feliz cuando inició a participar en sus clases, a la edad de cuatro años. Al cumplir los 12, Braulio decidió que se convertiría en un bailarín de ballet, no sin antes ser cinta negra en Taekwondo por petición de su padre, de probar algo más.

A los 15 años, a Braulio llega la oportunidad de una beca para estudiar artes en Idyllwild Arts Academy, en California. Dos años después, ingresó a Prix de Lausanne, competencia internacional en Suiza para jóvenes bailarines, la cual sería su entrada al ballet profesional.

Es en este concurso que al bailarín mexicano le ofrecen becas de cuatro escuelas de reconocidas compañías, entre ellas, el Ballet de Hamburgo, a quien aceptó pertenecer y donde fue contratado al terminar sus estudios. Con ellos recorrió algunos de los teatros más reconocidos en París, Shangai, Moscú y San Petersburgo.

En esta compañía, Braulio desarrolló su creatividad montando sus propias coreografías, producía funciones de danza, coordinaba presentaciones donde los bailarines mostraban piezas de su autoría y conseguía patrocinios entre la sociedad alemana para financiarlas.

Después de ocho años, Braulio llegó a sentirse muy cómodo, lo cual lo tomó como una señal para buscar nuevos retos, pues no desea llegar a sentirse arrepentido de no haber bailado lo suficiente cuando podía hacerlo.

Quizo probar suerte en la Ópera de Berlín, pero se dio cuenta que sería igual que Hamburgo, una compañía numerosa, donde destacarse sería difícil. Posteriormente, preguntó al Ballet Nacional de España, pero no tenían audiciones abiertas. Consideró Tokio hasta que llegó a dar funciones a Japón.

Es con el Ballet de Tokio que se da cuenta que podría interpretar papeles más exigentes, y ver la danza desde una nueva perspectiva. Le fascinó que la compañía japonesa da funciones en el extranjero de manera continua, y sus repertorios son creados por famosos coreógrafos.

Después de ser aceptado en Agosto del año pasado, Braulio, vestido en traje samurái, realiza su primera función como solista en la obra The Kabuki, una obra tradicional creada por Maurice Béjart, en Octubre de ese año.

Braulio desea volver un día a México pues ha comentado que se siente obligado a aportar algo de experiencia y conocimiento en ballet profesional para nuestro país.

Este Diciembre bailará como príncipe árabe en el Cascanueces con la compañía nipona y presentará su primer coreografía creada en Japón.